Te deseo toda la suerte del mundo

Simplemente son y están, y no hay filtro para discernir. Son fuertes y están estrechamente ligados con tus miedos, por eso es difícil quitárselos de encima. No los llamas, no los quieres, pero ahí están cuando menos preparada estás para recibirlos. Aparecen como un dolor en el pecho, sin previo aviso, y no sabes el tiempo que tienen pensado quedarse. No te da tiempo a observarlos a lo lejos: se presentan frente a ti y ya no lo hacen únicamente en la oscuridad. Ahora también se atreven a irrumpir en pleno día y a plena luz. Ya no puedes escapar de ellos, porque no hay un rincón de este minúsculo planeta en el que puedas esconderte para que no te alcancen. Así que, desde mi más profunda sinceridad, te deseo toda la suerte del mundo para que algún día puedas llegar a domarlos.

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